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La Historia de España es una de esas historias típicas que se cuentan en Navidad, como Harry Potter o El Señor de los Anillos que el ciudadano medio americano jamás se tragaría (sobre todo porque no está acostumbrado a recibir un arcabuzazo en sus partes nobles, o como el Santo Padre diría, “sus innobles partes”). Algunos dicen que la historia de España ha sido escrita con la sangre de héroes, pero en realidad, la historia de España se ha escrito con la pólvora quemada de un viejo trabuco de cañón doblado que al disparar explota y deja manco y tuerto a su usuario (un campesino que solía ser catalán, andaluz o El Capitán Alatriste). La historia de España comienza con la llegada de Manuel Fraga y los Neandertales a la península y acaba con ZP convirtiendo e España en gran imperio intergaláctico. En medio quedan los Visigordos, los moros, los Reyes Católicos, El Capitán Alatriste, Pepe Botella, Las Guerras Karlistas y en menor grado, El payasísimo Francisco Frasco y sus secuaces Adolfito y Beni.
Además, es tan famosa la Historia de España que tiene hasta una asignatura propia, una carrera de universidad, varios libros, algunos videojuegos, miles de películas y hasta un programa de televisión que lo veían cuatro gatos.
Los primeros bichos en llegar a España fueron los Neandertales (salvo raros especímenes como Homer Simpson, extinguidos hace 30.000 años), seguidos por Manuel Fraga, que los extinguió en la batalla de Atapuerca y esperó pacientemente a que llegaran los romanos para irse a dormir durante muchos años. Los romanos llegaron a Tarragona y convirtieron España en un campo de batalla luchando contra iberos y protomoros (también llamados Cartagineses) montados en elefantes. Los romanos, teniendo al terrible Julio César entre sus filas, salieron vencedores extinguiendo a los demás. Se dice que los cartagineses habían venido para fomentar la alianza de civilizaciones, pero no les dio buenos resultados y se fueron hacia Ceuta y Melilla. Los romanos creyeron que todo estaba hecho, pero se enteraron que que España no era áfrica, y que por lo tanto, allí debía de vivir alguien. Los terribles y sanguinarios Celtíberos y los Cántabros se dieron palos con ellos, perdiendo los romanos varias batallas al desconocer que con tanto colesterol como el que tenían, si les pinchaban en el culo, morían de una embolia gaseosa fantástica. Los habitantes de la Hispania de por aquel entonces utilizaban el lenguaje HAVDITE como forma de sublebarse contra el latín típico que se usaba en todo el Imperio Romano.
Gracias a la ayuda de los portugueses y algunos alemanes tramposos, los romanos consiguieron que los españoles se cansaran de luchar y cogieran afición a los juegos del circo, con leones, cristianos, gladiadores, el Chino Cudeiro... A partir de entonces, en España estuvieron los romanos (recordemos que más tarde España sería invadida por los rumanos), dando lugar a dos emperadores españoles: Adrián y Trajinero, que han sido los emperadores romanos más buenos de todos: uno construyó una pared grande en Inglaterra, y el otro invadió Irak. Otro español romano famoso fue el general Máximo, que se hizo gladiador y mató el malvado Comodón, el rey de Roma. Sólo la llegada de los Visigordos logró que los romanos dejaran de probar sus experimentos en la noble tierra hispana.
Los Visigordos eran enemigos de los moros y los franceses, y de hecho, sus principales hazañas fueron ser expulsados de la Galia por los francos y ser echados de España por los moros, pero entre esos dos momentos pasaron muchas cosas: hubo un guerra civil, un campesino vasco se inventó el PNV, Manuel Fraga se hizo amigo de Teodorico el Gordo… En el año 711, sin embargo, llegaron las armadas moras de camellos, elefantes y orcos con cimitarras. Así dicen las crónicas anglosajonas de la época:
El mar se oscureció. No era el chapapote del Prestige, eran los moros de Bin Laden, con sus pateras atestadas de bereberes argelinos y algún que otro egipcio. Iban a conquistar Europa con sus armas del inframundo. El cielo se oscureció. No era el Katrina, eran los enjambres de aves moras que se abalanzaban sobre los pobres Visigordos y se los zampaban de un bocado. El río bajaba rojo. No era un vertido de pintura. Era el tomate frito solís que los moros tiraban al río para que los Visigordos que bebían de allí se envenenaran. Las hordas de esqueletos y muertos vivientes putrefactos apestaban de tal modo, que algún que otro animal, como el tiburón de montaña, se extinguiera. Caían rayos del cielo. No era una tormenta, era Dios, que tenía gases. |
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Crónicas anglosajonas del muy apreciado cura Lewis Hamilton (666-777) |
Teodorich, el gran rey de los hombres libres de Gondor alzó un poderoso trono sobre un cenagal lleno de mosquitos y mierdas de perro e hizo de él su reino hasta que llegaron los siervos del señor oscuro a tomar su castillo. Venían consigo enormes hordas bárbaras de haradrim con sus olifantes, y tomaron Hispania en lo que se tarda en recitar el Salmo Miserere (suponemos que muy poco). |
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El Silmarillion, De Hispania a El País de los hombres locos del sur. Por J.R.R. Tolkien (654-732) |
El final, los moros conquistaron toda España. ¿Toda? ¡No! ¡Un pueblecito resiste ahora y siempre al invasor! Liderados por Don Pelayo y tres caballeros Astures de Oviedo, Fraga en persona y el abuelo del abuelo del abuelo del abuelo del abuelo del abuelo del abuelo de ZP, los nacionalistas vascos echaron de sus tierras a los infieles. Este hecho dio origen a la Reconquista de España. Cabe destacar que gracias a los Visigordos, la lengua española se enriqueció con palabras como guarro, tragar, escudo o peste, y que también fueron muy respetuosos con los nativos, exterminando sólo a los suevos y a los andaluces. ¡Pero ay! Los moros no eran tan blandos...
«Es muy interesante ver que mucha gente en el mundo islámico reclama que el Papa pida perdón. Pero no oigo a ningún musulmán que me pida perdón por conquistar España y estar ahí ocho siglos"»
~ John Mary Ansar sobre Al-Ándalus (cita totalmente real).
La armada de pateras y cayucos artillados con tirachinas procedente de las terribles costas del inframundo llegó a Gibraltar. Allí los moros hicieron un pacto con Harry el sucio, virrey inglés del peñón para que, a cambio de unas cuantas mozas, productos típicos árabes y requesón con mazapán, pudieran desembarcar allí. La cosa fue más bestia que en "Salvar al soldado Ryan", pero en un par de instantes, no se sabe muy bien como, ya enfilaban los moritos hacia París, sí, sí. Los Visigordos se habían esfumado. En su lugar había bereberes con turbante, capa y cimitarra que soltaban tacos en árabe de estos:¡¡¡محمد بن نصر!!! Fue en esta guerra cuando la famosa táctica del Blitzkrieg (que tan buenos resultados daría a Napoleón en Waterloo) se empezó a gestar.
A partir de entonces, Al-Ándalus se fue llenando de emires gordos y bajitos con bigote y de camellos. Fue notablemente destacado el emir Abd-El-kriminal, que tuvo la gran idea de cargarse los Pirineos para meter toda la roca en el estrecho de Gibraltar y así facilitar en trafico terrestre y sellar el Mar Mediterráneo para evitar que se llenara de piratas vikingos y de bucaneros como Pascual Maragall) y le mandó de vuelta a Córdoba con las manosComo decíamos antes, los moros invadieron la Península Ibérica y la conquistaron en un pis-pas. Y porque los francos les pararon los pies en la Batalla de Poitiers, que si no hubieran seguido dando la tabarra por Europa prohibiendo la cerveza, con lo que Alemania (o lo que fuese en esa época) habría caído en el olvido.
Así pues, los sarracenitos invadieron la Península y se quedaron con ella, poniéndole el cutre nombre de Al-Ándalus (أبو عا محمبن عب لمنصور عبد الرحمن بن محمد), que quería decir "De aquí no nos mueve ni Alá".
Al principio, Al-Ándalus estaba gobernada por emires que les tocaba un poco la hachís con transgénicos y recalificar terrenos. Fruto de estas maniobras de talas de bosques, construcciones y expropiaciones de barrios de chabolas gitanas van ganando poder junto con sus paulatinas victorias en el campo de batalla contra los disidentes españoles del norte.
Con el paso del tiempo adquieren el poder suficiente como para crear El Canifato, gobernado por el Cani Supremo Haze, dando lugar a la "Ruta del Bakalao", las pastillitas (como sustituto químico del costo) y aportando nombres tan comunes en la España actual como Jessi, Johnattan, Richarl y un largo etcétera.
Como niños en el patio del recreo se comportaron los caballeros cristianos en la Reconquista. Tardaron sólo 800 años en echar a los moros, mientras que los moros habían entrado en sólo quince minutos. Debido a esto, el Papa de Roma los beatificó a todos... menos al rey de Portugal, que no había sido buen niño de pequeño y le gustaba pegar a los obispos de su corte en el culete.
No pudo ni El Cid, ni tampoco el Capitán Trueno. Hubo que esperar a la llegada de los muy nobles reyes Católicos para que los sarracenos pusieran pies en polvorosa. Y encima tardaron 10 años, porque a la que se aburrían un poco se largaban de vuelta a su casa para jugar a su juego favorito, el Calcio. Suerte que el famosísimo estratega llamado El gran Capitán, apodado "El semicurado", se fue un buen día a Granada y le dijo al reyezuelo Boabdil, que mandaba por entonces que o se iba nadando a África o lanzaba una cabeza nuclear sobre la Alahambra.
Obviamente, Boabdil se rindió y su hizo cura. En estas que los Reyes Católicos llegaron a Granada y comenzaron a hacer de las suyas.
«No entiendo por que los reyes católicos son Padres de la Nación y yo no»
~ El payasísimo refiriéndose a los Reyes Católicos, en privado, por supuesto.
Con los Reyes Católicos, España fue España (¿de veras?). Con esto nos referimos a que se echó a los moros y judíos de la Península dando lugar a una verdadera estirpe imperial de vino peleón y pandereta. Ellos inventaron el gazpacho y el Toro de Osborne, además de la Torre Eiffel (que más tarde nos robaron los franceses).
Dentro de los límites territoriales del estado, consiguieron reunificarlo para dar lugar a España. Amparados por San Rajoy consiguieron conquistar Granada (como hemos visto ya), se anexionarion las Islas Canarias (descubriendo así el plátano), además de desarticular a los batasunos de Navarra.
Como les gustaba la música, dieron permiso al colega Torquemada para fundar un grupo de punk radical llamado sAnTa InKiSiZiÓn, que con los años se convirtió en un grupo de estilo rockabilly más elegantes llamándose Santa Inquisición. Cuando el grupo dejó de existir con los años, los integrantes que quedaron del grupo se dedicaron a quemar libros flotantes, purgar herejes (sobre todo parlantes del gñapés) y llevar sombreros raros.
Bueno, además de echar a los moros de España ¡Qué rayos, echaron al Boabdil ese y a sus mercenarios, pero los demás se quedaron para hacer más animada la vida en la zona esa de las Alpujarras! Los reyes católicos, Fernandillo en concreto, inventó el arcabuz y la carne picada luchando contra los caballeros malvados franchutes que atacaban La bota para cobrale al Papa un dinerillo por el asunto de las Cruzadas. Suerte que se envió al Semicurado e hizo una gran fiesta de hamburguesas con queso.
También se financiaron viajes turísticos a Japón, que acabaron mal, llegando a unas islas llenas de hombres feos en calzoncillos y ni eso, que además disparaban dardos envenenados con cerbatanas. El capitán que los descubrió, Cristobal Colón, que era catalán y judío, pidió permiso a los reyes para mostrarles a aquellos fieles descarriados los avances de la civilización Europea: La espada de acero, el cañón, la ballesta, el fuego griego, el yogurt desnatado danone... Se lió la gorda. Algunos políticos de izquierdas no creían que eso fuera bueno, y convencieron al los reyes de que era mejor esclavizar a todos los indios y meterlos en plantaciones de azúcar y cacao.
Al parecer, en España había una gran afición por el chocolate, el tabaco y otros productos americanos como el hachís o el polvo de oro, veinte veces más letal. Para 1500, los franchutes y los piratas ya se habían quedado atrasados y no conseguían que en su país no se pusiera el Sol. Eso les jodía bastante, y fue lo que impulsó las divertidas expediciones (por el escorbuto, los caimanes, las tromentas, el cabo de hornos...).
«Yo soy Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Romanos Emperador Semper Augusto. Doña Juana su madre y el mismo Don Carlos por la misma gracia Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicílias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Múrcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Índias islas y tierra firme del Mar Oceana, Condes de Barcelona, señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas e de Neopatria, Condes de Rosellón y de Cerdeña, Marqués de Oristan e de Gorciano, Archiduques de Austria, Duques de Borgoña de Bravante. »
~ Carlos V refiriéndose a sí mismo.
«Y yo soy Dios, no te jode.»
~ Dios colocando al emperador en su sitio.
En 1504 la reina Isabel murió al saber que con el tratado de Tordesillas les habían regalado a los malditos portugueses el Brasil entero. Fue el caos total: Ronaldinho no iba a ser español, la samba no iba a ser española, el carnaval tampoco... Esta claro por que murió. Fernando le siguió a la tumba más tarde al comerse en un banquete veinte corderos, dos vacas, un buey y ochenta conejos. Lo único malo de todo esto era que la señora que tenía que sucederles, Juana la loca estaba totalmente tarada. Por eso el hijo tuvo la mala suerte de quedarse con España, y es que además, con todos sus abuelos, tíos, primos, cuñados, yernos, exnovias y tal, también se tenía que quedar con Austria, Los Países Bajos, los Altos y un montón de sitios más.
Pschéeee... El reinado de Carlos I fue un poco aburrido: se dio palo con los franceses en AMÉRICA.
«Buenooo, el sitio en sí no está mal, hace solecito, la gente es amable, no están las cosas muy caras...¡y nos estamos hinchando a farlopa, cojones!.»
~ Pizarro sobre América.
Los conquistadores fueron unos tíos muy majetes de extremadura que emigraban a América para fomentar el entendimiento entre culturas. Llevaban armaduras de latón muy brillantes y eran amantes de la pólvora. Los más conocidos son Hernán Cortés, Francisco Pizarro y La Viruela, una mujer que les ayudó a ambos en sus trifulcas. Todos tienen en común que eran feos, barbudos, pobres y les gustaba el oro. Por eso, tras darse cuenta de que los indios no estaban muy entusiasmados con creer en Dios y ver que tenían miedo a los caballos, a los arcabuces, a los périodicos y tal, pensaron que eran una peligrosa tribu de locos.
Los jefes indios estaban entretenidos jugando al fútbol, un deporte de espanto riesgo, ya que el equipo que perdía era la merienda del que gabana (¡Imagínense comerse a Luís Aragonés, otro Neandertal se lo pasaría en grande!), Despistandos así, y jugando a carreras de perros y a otras tonterías de la época, los indígenas se deieron cuenta del ataque cuando las iglesias y los curas calvos y gordos dominaban la región. Gracias a Dios, Pizarro tuvo la idea de concederles el derecho a trabajar en las minas de oro, plata y mercurio, siendo agradecidos más tarde por todos los españoles. Cortés retiró al Azteca Moctezuma a un lugar llamado El Cielo para aliviarle de la política de su país, y Pizarro ayudó al inca Atahulpa a morir en paz clavándole una espada al rojo vivo en la tripita.
Los adelantos de occidente (La Bíblia, el mayor logro de la civilización Occidental; la tetera, el piano y la remolacha venenosa de las ciénagas holandesas) llegaron a los pueblos nativos y les hicieron un gran servicio nulo, consiguiendo venderlos casi todos un mercader bajito y con bigote portugúes malvado que llevaba marihuana, hachís (y dorgas peores como el chocolate) de América a Holanda, donde los herejes le iban cogiendo el gustillo. Para 1573, ya se prohíbio conquistar territorios, sólo se podía ocuparlos indefinidamente echando a los okupas que vivían allí, pues todo el mundo pertenecía a España, incluyendo tierras no descubiertas. Así fue como se salvó a la civilización americana y se consiguió que todos los buenos indios fueran al cielo.
Vinieron unos tíos rarísimos que parecían sacados de La Guerra de Las galaxias. De hecho tenían trastos muy raros que escupían fuego y ya les podías lanzar fruta, que no les pasaba nada. Su jefe era alguien llamado Dios, que debía ser el ser supremo, porque con tanto que hablaban de él... Lo malo que tenían eran sus ayudantes, unos hombrecillos feos llamados curas, que nos prohibían escuchar los Beatles, jugar a la ruleta rusa y beber ron cacique del bueno que hacíamos nosotros. |
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Memorias del Chino Cudeiro cuando fue indio. |
«¡Spaans zoon van bitch!»
~ Un holandés calvinista hablando de un Felipe cualquiera.
«¡Espagnol fils de pute!»
~ Un francés hablando de un Felipe cualquiera.
«¡Espanhol filho da puta!»
~ Un portugués judío hablando de un Felipe cualquiera.
Hubo tres Felipes, y los tres tenían ideas disparatadas fruto de las maldiciones gitanas y el mal de ojo que echaban las brujas de esos años tan maravillosos.
Felipe II fue el primero y fue el más mejor de todos, sobre todo porque al menos no era subnormal. Se hizo muy amigo de los moriscos de las Alpujarras, con quien hizo grandes partidas del risk, también jugó a hundir los barquitos con los turcos y siguiendo con los barquitos, quiso invadir (como Napoleón y Hitler) Inglaterra, que se había llenado de herejes, fumaos holandeses y una reina que era una bruja malvada que solía cenar cardenales y obispos.
Mandó una gran armada, llamada La Armada Invencible (juas), pero cuando ya llegaban, los nigromantes inframúndicos Ingleses (Lord Voldemort era uno de ellos) convocaron un huracán peor que el Katrina que mandó al fondo del mar a muchos de los barquitos. Felipe II se enfadó y decidió arrasar Francia con la ayuda de los holandeses buenos a su servicio (esos no habían experimentado con las jugosas mercancías americanas). Lo hizo en dos días, entonces, ya pudo morirse. Sus últimas palabras fueron: “Felipe III, invade Inglaterra”.
Felipe III (coeficiente intelectual 70) no lo entendió bien y en vez de atacar Inglaterra atacó Irlanda. Allí los españoles hicieron buenas migas con los irlandeses. Cogieron gran afición el buen whisky de la región, iban a pubs, a misa, degollaban herejes con dagas afiladas… pero llegaron los malos en galeras y los echaron con una gran escuadra de aviones de los de Leonardo da Vinci.
Felipe III se puso a llorar. Entonces, su consejero, un pesetero gorrón llamado El Duque de Lerma (aficionado a la Xbox360) le consoló prometiéndole que no se lo iba a contar a Dios y que irían a por Holanda. Bueno, allí ya hacía cuarenta años que un majete que se llamaba “El Duque de Alba” asaba herejes en el horno de su casa y los entregaba luego al Tribunal del Santo y Molón Oficio de la Inquisición del Jefe Dios.
Pero aunque al Duque de Alba les dio caña a los holandeses, quitándoles Maastrich, Amberes, Mons, Haarlem y Porronia, desde que había ido… al cielo al infierno, las coas iban mal. Los porros circulaban sin control, la Inquisición no acertaba una…
Se enviaron los Tercios de Flandes a Flandes para restaurar el desorden habitual. Entre esos barbudos, bigotudo, patilludos y feos hombres se encontraba uno mejor: El Capitán Don Diego Alatriste, más conocido como Aragorn.
Aragorn mataba a muchos holandeses villanos mientras dormían la siestecilla tras haber sufrido sobredosis. También sitiaba ciudades durante años… años… y años. Pero gracias a él y a que Felipe III se murió de pena cuando al Fachadolid perdió 1-0 contra el San Lorenzo del Escorial, España ganó muchas batallas.
Todo iba bien hasta que vino Felipe IV (el tercer Felipe). Este era un pobre aburrido: las guerras de Flandes y Francia no lo satisfacían, y se lo pasaba pipa matando toros de un arcabuzazo, escribiendo poemas malísimos que en la época gustaban mucho, teniendo 100 amantes y siendo aplaudido y alabado. Su amiguete El Conde Duque de Olivares (del PP) hacía lo que le daba la santa gana: Atacar Breda, Francia, ir a misa sólo tres veces al día…
Con todas esas barbaridades es normal que el noblísimo Don Quevedo (El Jiménez Losantos de la época) lo criticase llamándole miserable cobarde, malvado insulta-reyes, sacatripas y veinte cosas más. Es normal que al final Alatriste muriera en batalla y los franchutes ganaran la guerra invadiendo Cataluña. Suerte que los catalanes colaboraron y en sólo doce años se pudo restablecer el orden. Felipe IV se enteró de todo cuando firmaba la paz con el rey gabacho y sus fieles mosqueperros. Dándoles un poco de tabaco y ron jamaicano a los franceses , se llegó al fin a la paz, y al palmarla Felipe IV al toparse durante una cacería con un oso, llegó el mejor rey que ha tenido jamás España.
Carlos II es el resultado de casarse durante veinte generaciones entre hermanos y primos y tal… Por eso era tonto… pero muy, muy, muy… muy, muy tonto, tontísimo, más tonto que Forrest Gump, y él al menos podía dejar seco de un tiro a un Vietcong, pero Carlos II ni eso. Desde la casa real no paraban dos curas de decir que el Carlos II ese no era un enclenque descerebrado por culpa de la sangre, sino que… ¡¡¡Todo era cosa de brujería!!! Estaba claro, alguien lo había embrujado (Probablemente el nigromante el servicio de Inglaterra: Lord Voldemort).
«¡Pero si es Gollum, qué carajo!»
~ Felipe IV describiendo a su hijo al nacer.
El pobre Carlos II era bastante penoso: no empezó a hablar ni a andar hasta los 10 años, y tenían que amamantarlo hasta los 14, lo que hacía que los holandeses y los franchutes se troncharan. Se sabe que Luís XIII murió de un ataque de risa al ver a Carlos II. Paz a su alma.
Fray José Rajoy (antepasado de Don Mariano ) se volvió loco tratando de enseñar a escribir a Carlos II, que nunca supo escribir bien, al final. Como no había maestro alguno dispuesto a enloquecer con él, le metieron a un cardenal, y por culpa de esto, al final, Carlos creía que Dios podía cargarse planetas y hacer mares y cosas de estas.
Lo único que le gustaba era comer chocolate (sólo comía de eso), ir a misa, beberse pociones raras y mirar las moscas volar. Mientras él intentaba aprender lo que era una guerra, en Francia, Luís XIV “El Gordo cabrón” y Su hijo Felipiño de Borbón ya se frotaban las manos porque se iban a quedar con España de regalo.
Carlos II murió por una sobredosis de chocolate 99% de cacao. Se sabe que cuando murió, una banda de médicos y cirujanos frikis y sádicos lo desmontaron para ver cómo era por dentro. Se hicieron apuestas de este tipo: “¡Apuesto a que tiene el cerebro del tamaño del de una ardilla¡” ¡No tenía cerebro, sino la cabeza llena de agua! ¡Y el corazón era del tamaño de un grano de pimienta! ¡Y los pulmones parecían bolsas del súper! ¡Y sólo tenía un testículo negro! Los médicos se lo pasaron pipa.
Como Carlitos era tan inútil que tenía vagina en vez de rabo, no pudo tener descendencia. Los Borboncitos vieron aquí una buena oportunidad para hacerse con el trono patrio. Debido a esto, Felipe V ocupa el trono, y poco después se arma el gran lío conocido como la Guerra de Sucesión Española.
Aquí se arma un gran follón, con dos bandos: Los Borbónicos (franchutes, españoles fieles a Felipillo number 5...) y los Austriacistas (nazis, portugueses, ingleses y demás). Resumiendo un tocho enorme, los Borbones consiguen España en poco tiempo, trayendo consigo el Rimmel, los maricas, las baguettes y cigarrillos mentolados, además de pelucas Dior. Eso nos haría ser la vergüenza de Europa.
El reinado de Felipe (apodado "el Animoso", por su afición a mezclar pastis con vino tinto) no es que fuese una maravilla. No sabía tampoco muy bien de que iba la movida de montar guerras, y como vio que España era un charco de piojos se dedicó a hacer de esta patria algo más horterilla.
Reformó el país notablemente. Inventó el chihuahua dando de comer, accidentalmente, lizipaina a una de sus lagartijas. Como se aburría en palacio todo el día viendo "Saber Vivir" por la tele y comiendo bombones, fundó organizaciones como la Real Academia de la Lengua Española (introduciendo palabras como "dellicatessen" o "canapé") y la Asociación de Tiro al Gato, entre otras.
En matería de guerra, como decíamos, no estaba muy enteradillo y lo único que hizo fue ponerle a los Tercios Españoles "monísimos" tocados y detalles de Channel en los arcabuces, siendo el objetivo principal de mofa en las batallas.
También, fuera de España, Felipín montó guerras en Italia tomando Cerdeña e invadiendo Sicilia. Como decíamos, Filip no era un gran estratega y lo demostró: Gran Bretaña, Holanda, Austria y Francia se alían contra España. Felipe se caga y quita sus tropas de La bota.
Fernando se hizo muy pronto con el trono mientras Ejpaña seguía perdiendo colonias. A Fer le pusieron validos para que gobernaran por él, debido a que el Sexto sólo se dedicaba a poner amigos imaginarios; un chaval un tanto penoso, vaya.
Tampoco es que pasasen muchas cosas interesantes, ya que no reinó mucho en España. Algunos chavales picaruelos se liaron a pedradas en Austria y alrededores. También cortaron bigotes a algunos rancios portugueses a los que se les tuvo que dar más tierras brasileñas (más aun) para que no se pusieran a llorar.
Felipe murió al estallarle una tubería de plomo en la cara, incrustándosele un trozo de esta en la garganta. En la autopsia, los cirujanos encontraron en su estómago varias monedas de un céntimo de lero. La imbecilidad infantil de su reinado daría paso al de Carlinhos III.
«¡No te vi en misa el otro día soldado! ¡¿Tenías algo más importante que hacer?! ¡Un domingo no creo, voy a haceros creyentes, jajaja!»
~ Carlos III contando un chiste.
Despues de un rey mongólico, otro inepto y un tipo que jugó con canicas hasta los 27 años, no es que se pidiese mucho para ser monarca en España. Carlos III dicen que fue bastante bueno, aunque era feísimo. Tatatarabuelo de Gallardón, Carlos era el típico reyezuelo de centro-derecha. Como quería hacer las cosas bien, a todos las caía gordo. Primero quería prohibir las barretinas catalanas y las capas largas tipo Gandalf, lo que provocó un gran botellón en su contra en Madrid, que se convirtió en un sólo día en la ciudad más ebria del mundo.
Tampoco le gustaban mucho los curas y le dio un varapalo a la Santa Inquisición prohibiendo la caza de herejes en días festivos y echó a tiros (literalmente) a los Jesuítas de su casa. Como era tradicion, perdió una guerra contra los malotes ingleses, pero al menos hizo un buen Estatut para Cataluña y Aragón permitiéndoles vender sus productos típicos (pa amb tomáquet, crema catalana, bandolero con trabuco...).
También cabe a destacar la afición de Charli a la caza. El monarca no consideraba fructífera una caza si no capturaba más de 35 osos, 73 liebres y 5 guardabosques caen por la desviación de su escopeta.
Charles ayudó a los gitanillos, ojo, después de leer un par de leyes, uno llega a la conclusión de que Carlos III se sentía atraído por los gitanos.
No se puede quemar a los gitanos ni apuntarles con tirachinas, Tampoco se puede fumar porros en su presencia, a no ser que ellos te den uno. No se puede cobrarle impuestos a un gitano, es de mala educación. Puedes sugerirles que te paguen, pero ordenárselo sería una ordinariez. Puedes pedirle a un gitano que se marche de tu pueblo, Entonces tiene derecho a retarte a un duelo gitano (tú contra 10 gitanos con AK-47) Los gitanos tienen que hablar sólo en castellano y cazar osos.
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Ley sobre el Gitanismo en España. |
Carlitos III se enteró jugando al cricket con escopeta en Francia con su pariente Luís XV el imberbe de qué en América unos evangélicos mormones ultraizquierdistas había asado vivos a los hombres del rey demente inglés porque les hacía pagar muy caro el té y sólo tenías dos escaños en el parlamento inglés (superando únicamente el Partido atiesclavista y al Partido Jacobino Republicano).
Los casacas rojas fueron a zurrarles en el cogote y lo consiguieron en dos semanas, ante lo que el republicano John Abarham Bush y su pupilo torpe George Washington viajaron a Florida en el globo de Willy Fogg para decírselo a Bernardo Schuster, un mercenario alemán de Hesse-Kassel que ayudaba a Chanquete a quemar bosques y a matar indios cubanos con balas de goma llenas de licor escocés.
A cambio de tres toneladas de opio Chino, privilegios comerciales y tal, Carlos III envió a unas tropas armadísimas que aplastaron a los ingleses con varios tomos del diccionario de la Real Academia Española. Perdiendo los malos otra vez contra los franchutes del mariconcillo Lafayette, Inglaterra tuvo que regalarle Menorca a España, pasando todo esto a la posteridad hasta 1801, cuando los feotes ingleses volvieron a quitarnos Menorca.
El lema de USA dice: "Viva un poquitín España y gracias" en la versión que no se eligió de 1823 con 632 votos en contra, 0 a favor y 0 abtenciones.
«Bueeeeno, los ingleses, sí; ejem...unos muchachos muy limpios y...en fin, sólo espero que sean buenos chicos.»
~ Carlos IV en paz con los ingleses.
«Bueeeeno, los franceses, sí; ejem...unos muchachos muy limpios y...en fin, sólo espero que sean buenos chicos.»
~ Carlos IV en paz con los franceses.
«Godoy, te tengo dicho que me limpies las zurraspas del culo, joder.»
~ Carlos IV al incompetente bueno de Godoy.
A Carlos III le sucedió su hijo, Carlos IV, que ya era un cuarentón el día que nació, pelando canas a los siete años. El cuarto de los Carletes heredó el trono de España justo cuando en el país vecino, el Inframundo, estalla la Revolución Francesa, en la cual unos punkis malos antisistema se ponían a cortar por el cuello con gilletes bañadas en Anís del Mono a la familia real (Luis XVI, Maria Antonieta y toda la pesca). Carlos IV and Company se empiezan a cagar vivitos, y prohiben que entren más cruasanes franceses, debido a que creía que dentro de ellos había bombas que se detonaban con la saliva. Como veían que el peligro era inminente, se alían con Gran Bretaña.
Pese a la alianza de España con tan grandes potencias como son la británica y la portuguesa, los franchutes (que tienen los Goya (que estaba hasta los huevos de pintar cuadros a su familia, ahijados, bisnietos y todala hostia y además gratis) se empezaban a meter en búnkers, los aspañoles acabamos firmando un acuerdo con Francia para dejarlo en paz. Pero claro, como Carlos tenía una educación fruto de la LOGSE no leía con claridad y no pudo ver en el contrato de no beligerancia un texto que decía: Ahora, espagnolos, vais a atacar a los inglesitos...aunque no queráis, os jodéis.
Y así, España fue perdiendo una tras otras (como era tradición nacional) todas las batallitas que se le pusieran delante de los ojos, aunque consistiera en matar a una cucaracha krausista. Las derrotas bien merecen un cartelito de "owned", como la del cabo de San Vicente o la humillante Batalla de Trafalgar. ¡Hasta perdimos contra Portugal una guerra con un nombre tan ridículo como "guerra de las naranjas"! No fue nuestra mejor época, desde luego.
Y si creíamos que las cosas iban de mal en peor, pasamos a la época del maravilloso "reinado" de Fernando VII y demás (que Dios nos coja confesados).
«Pego...esto no estag lleno de toguegos ni de machous typical...¡Qué me devuelvan mi dinego!»
~ Soldado franchute indignado en su llegada a L'Espagne.
El ambicioso gabacho Napoleón está maquinando nuevos planes. Su nueva ocurrencia para dominar el Mundo es conquistar Portugal, para hacerse con los mayoristas toalleros que, como todo el mundo sabe, son millonarios y así ganar una pasta en rescates. Para hacerse con la nación, Napo intenta poner al enchufado de su hermano Pepito Botellas en el trono, cuando es mucho más facil ir por ahí a comprar el pan, sacar el tiquet del metro, besar a algún que otro niño y saber que el café cuesta 0.80 céntimos. A los españoles no les gusta su nuevo rey franchute y deciden montarle un gran pollo conocido como la Guerra de la Independencia Española.
Al principio de todo, unos mendas se subrevan en Madriz a eso de mayo del 1808 y comienza la guerra (con un libro del Pérez-Reverte y todo). La "Grande Armée" esa causa risión entre los ibéricos combatientes, empezando a hacer el ridículo ante cuatro panaderos armados con escobas. Así, por ejemplo, en Bailén consiguen darse de hostias para solamente crear un recurso barato de chistes: en vez de ser los tontos de Lepe, lo eran los de Francia. Héroes como Curro Jiménez lo darían todo sólo por ver como los franceses se llevaban una buena guantá.
En vista de los penosos resultados obtenidos en las batallas, Melapartes manda a su legioncita de 250.000 hombres (en Francia los cuarentones con ligueros y rizapestañas lo siguen siendo). En 1810 conquistó la Andalusía donde, aun así, muchos canis autóctonos resisten a las hordas gabachas.
Desde 1812 a 1814 los franceses empiezan a perder poderío en la península por el declieve de Napoleón en toda Europa. El general Wellington apoya ahora a los españoles a cambio de catorce toneladas de queso manchego. Los españoles no leales a Napoleón aceptan y en poco tiempo los mariquitas esos se van para Francia, destinados a morir viendo reposiciones chungas de "Cine de Barrio" subtituladas al húngaro. Pero la alegría más bien duraría poco: Como consecuencia de la victoria reinaría aquí Fernando VII de España.
Fernan VII es recibido como un verdadero héroe: besamanos, discursitos, los ramos de flores le cubren la cabeza... Cuando va a firmar la Constitución de Cádiz escrita por un grupo de confabuladores masónico-falangistas recibe el típico SMS de última hora diciéndole que no firme la Constitución. Ferni obedece y se hace con el poder de España en un santiamén. Restaura el absolutismo y un montón de leyes antiguas y sádicas (pero la mar de divertidas). Remodeló el sistema judicial, imponiendo él mismo penas tipo "aparcar 16 años en la Gran Vía" por mal olor de piés. Luego, legaliza la la Santísima y Sagrada Inquisición Española que se echó en falta tantos años, atrayendo a España a los jesuitas en un pis-pas, sin Iberia ni nada.
La gente empieza a hartarse ya del "Deseado", creando algunas organizaciones para combatir al monarca. El "Ministerio de Persecuciones y Torturas" abre cada otoño las temporadas de caza de liberales y progresistas, con gran éxito entre el sector religioso de la población española de esos tiempos. Ante el estrangulamiento de la libertaz, surgen varios grupos de masones que leían al demonio subversista de Voltaire. En esta época surgen héroes guerrilleros como Espoz y Mina que, como bien indica su nombre, eran dos en la misma persona. Espoz huíria al Inframundo, como tantos iberos exiliados. En Cataluña (Josep) Luis Lacy y Milans del Boch se pronuncian a favor de la Constitución de 1812, de la que no se guardaba ni una fotocopia tras su destrucción. Lacy y Milans amenazan con detonar un barril de ensaimadas en el centro de Lugo, amenaza a la que nadie hizo caso. Aun así son perseguidos por el KGB, pillando a Lacy (que moriría por esa chorrada) y Millans huye con el rabo entre las piernas. Más éxito tuvo la marcha que llevo acabo Rafa de Riego, que colgó un video en Youtube y se hizo escuchar. Por medio de semejante presión, El Deseado jura la Consti (como él dijo) solemnemente.
Pues así, Ferni VII se pone en plan constitucional rodeadito entero de progres. Se legalizan los matrimonios gays (para disfrute de muchos nobles de la época), los jesuitas se van de España, etc. Los liberales se dividen en "moderados" (liderados por Francisco ZP), y los "radicales", al mando de Alpuente Llamazares. Así, Fernandín jura ser un niño bueno, pero con la nueva legislatura no se le vé por las Cortes (llenas de telarañas por doquier). El Joputa vive en El Escorial y desde allí, en una partida de Risk sobre una mesa de billar, propone un golpe de estado. Nombra capitán general de Castilla la Nueva a Carvajal sin ningún consentimiento. El pueblo ya está hasta los cojones.
Como veían por ahí que el Moscú", los absolutistas se ponen anti-democráticos con la fundación de la cadena Pedro Jota a la cabeza. Hay un lío muy enorme que tardaríamos mucho en explicar. Fernando nombra (otro) gobierno más bien lleno de masones.
Las grandes potencias (excepto Gran Bretaña) ven que esto se va a llenar de iglesias quemadas y mandan a sus "100.000 Hijos de San Luis", para acabar con el Trienio Liberal y volver a estar como antes, los cuales van derrotando a todos los españoles poco a poco, acabando con los liberales y restaurando el absolutismo. Esto da lugar a la "década ominosa", que consiste en diez aburridos años de pre-franquismo. La hija de Fernan, Isabel II, hereda Aspaña dando lugar a un gran follón sucesorio.
Tras las reconciliadoras guerras Carlistas, en España se inventaron dos partidos ¡No, no eran ni el PSOE ni el PP!, sino el partido progresista y el conservador (francamente vienen a ser lo mismo que los otros dos) que se liaban a punta pala como en Taiwán y esos sitios raros. Hubo diez años de calma debido a una pequeña glaciación que congeló en Ebro y otros ríos, y la gente se quedó en su casa leyendo o jugando al póker francés (el que pierde se pega un tiro). Pero al terminar la glaciación, como era costumbre, unos cuantos catalanes Borbónicos se alzaron en armas a favor de los Carlistas, eran de los típicos con barretinas, hoces y trabucos, y debido a su gran locura tuvieron que mandar a Baldomero Espartero, el generalote más malo de todos para hacerles entrar en razón.
Esto fue otra guerra Carlista. Después de una lluvia de obuses sobre Barcelona, todos se hicieron amigos de nuevo. Durante treinta añitos, los liberales y los progresistas se iban cambiando el poder según las ganas que tenían. Era una rutina típica: con los carlistas atacando siempre, y alguna que otra ridícula expedición militar donde España actuaba de lameculos del Imperio Franchute malvado.
Se fue a Vietnam, donde se ganó la guerra… y nada más, porque los franceses ya se lo habían quedado todo. El motivo era que los vietcongs primitivos habían partido en dos a un cura y a otro lo habían aplastado con un elefante gordinflón. “¡Inadmisible!” Está claro que había que ir.
También se fue a Méjico a ayudar a los francesitos, claro, allí sí se perdió todo. Los soldados se negaban a dispararles a unos señores tan majetes como los mexicanos, con sus costumbres austeras, sus nachos y su enemistad a los malvados yanquis. Se rindieron u se divirtieron jugando a la petaca y tirándoles piedras a los francesitos. Ante tal derrota, el jefe del gobierno, un tal Leopoldo O’Donnell, pésimo imitador de Napoleón, decidió preparar el evento del siglo: Una gran y magníficamente organizada expedición militar a Marruecos para ver si se podía atravesar África hasta abajo del todo. Casi… se quedaron en Tetuán.
Juan Prim, catalán de Reus, diputado del desaparecido partido bigotista, era el general jefe. Con sus grandes dotes de militar saltó sobre el sultán de Marruecos y le sacó las amígdalas con las manos desnudas, matando a tres mil o veinticinco mil moros malvados. Con sus más que nulas dotes políticas sólo consiguió un par de ciudades y el pago de 20 pesetas de la época (3 euros o algo así), de los que sólo se han pagado hasta le fecha 12 céntimos).
Debido a tal cabreo, en España, los Republicanos del partido progresista radical dieron un golpe de estado marchando a pie desde Almería en zapatillas de andar por casa y haciendo penitencia. Prim iba con ellos matando ogros y gigantes monárquicos con la mirada. En un par de horas, la reina Isabelota II se hospedaba ya en París junto a su gran admirador, Napoleón "Gordo" III, y habían pasado ya los republicanos al palacio de la Moncloa borrachos de whisky, en calzones, armados con garrotes y dispuestos a cargárselo todo cuando les salió Prim al frente con una carabina cargada con metralla y monedas de 25 pesetas.
El héroe dijo: “En un puto país de mierda, y que viva, conste en acta, donde no hay republicanos rojos, no se puede hacer una república, me voy a buscar un rey"
Prim encontró en un viejo pub irlandés del Londres más bajo y tradicional, en el barrio de East End, donde llegaban los inmigrantes italianos y bereberes a un parado italiano pianista de profesión aficionado al whisky, a los porros y a las novelas de Harry Potter y Sharpe llamado Amadeo Salinzky. Se lo trajo para España en ferry (un cascarón de nuez con remos) y fue coronado como Amadeo de Saboya, y Prim era su válido mandamás. El rey estaba contentísimo hasta que fue por primera vez al congreso de los diputados…
«Ah, per Bacco, Io non capisco niente. Siamo una gabbia de pazzi, no entiendo nada, esto es una jaula de locos.»
~ Don Amadeo hablando de actualidad en la prensa amarilla italiana.
Hasta el más cazurro y zopenco italiano aficionado a contemplar las moscas y el paso del tiempo se volvía loco al tratar con los políticos de España. Suerte que Prim era paisano de esos tipos y se entendía con ellos dialogándo a tiro limpio.
Pero en 1870 un orco anarquista mató a Prim disparándole 200 balas, las que hicieron falta para que el héroe muriera. Como es típico en España, a día de hoy no se sabe quien fue el vándalo que le envió al cielo, aunque se está investigando minuciosamente. En 1986 se encargó a Mortadelo y Filmeón el caso, y se sabe que en el 94 descubrieron una pista, aunque resultó ser falso.
Todos los amigos y enemigos de Prim aprovecharon para llevarse su parte del pastel: los dientes de oro, el uniforme, las botas... ¡Ah, sí, y España!
«Definitivamente, este es un país de locos.»
~ Emilio Casterlar presidente de España durante un par de días terminando sus memorias.
El Don Amadeo, pobrecillo, duró dos días, hasta que se cansó y se volvió a Londres para contarle a la Reina Victoria de Ingletarra (¡God save the queen!) las salvajadas de la loca política española. En un pis pas se lanzaron los rojillos al Congreso y... tatatachán. La Primera República fue muy guay: todo el mundo hacía lo que le daba la santa gana y sólo duro once meses y hubo un montón de elecciones (casi a diario). Hubo cuatro gobiernos en 11 meses y la cosa iba peor que en Italia.
Gobernó un progresista, un conservador (Salmerón), un intermedio (Castelar) y el bueno de Pi y Margall, que era partidario de atacar a Francia en masa para tomar un par de aldeas fronterizas durante un mes hasta el previsible contraatque y la caída de España en garras de la República Francesa para poner un poco de orden.
Sólo los honorables hijos de los Estados Unidos y la República de la navajista Suiza reconocieron a La República. Mientras en el Parlamento se hacían apuestas acerca de la duración del gobierno de cada uno, la ciudad de Cartagena se independizaba tan chula como siempre, y en Cuba estallaba una rebelión de proletarios burgueses conservadores debido a que en España les prohibían vender crack y hachís a los paisanos peninsulares.
Esto era totalmente normal, imagínense que iban a votar en tal estado, probablemente ganarían los monárquicos (Sí, en una república había monárquicos).
Como eso de votar no estaba muy extendido, la cosa se quedó ahí y un buen día de 1874 el general Martínez Campos, llamado por el pueblo como “Billy el Viejo” dio un golpe de estado entrando a caballo en el Parlamento gritando como un loco “Viba (sí, lo dijo con b) Ejpaña”. Llegó rápidamente el rey Alfonso XII con sus doscientas mil maletas para hacer de las suyas. ¡Ah! Por esos años hubo otra animada guerra Carlista.
Alfonsito era un tío muy raro: le gustaba la paz, le gustaba la democracia y evitó que los puñeteros teutones salchicheros se hicieran con las islas paradisíacas. Consiguió que los rebeldes cubanos se pasaran a su bando concediéndoles privilegios, como el derecho de insultar a USA y de tirarles tomates, rábanos y lentejas baratas de lata a los marines borrachos que frecuentaban el puerto de La Habana.
A los ciudadanos españoles interesados en Cuba (Antonio Gaudí y su jefazo, Don Güell, traficantes de esclavos) se les regaló una pistola de broma y una postal de navidad y ¡ale, todos contentos! Pero Alfonsillo se olvidó de que había que usar el condón cuando se fabricaban hijos, y el maldito Alfonso XIII le costó el pescuezo, porque cogió el Sida y la palmó.
Sus pupilos políticos se tuvieron que someter al mando de la reina, María Cristina, que los tenía bien domados gracias un jovenzuelo al que todos llamaban "Primo" y a un par de grandes daneses sin bozal que rondaban día sí y día también por el Congreso de los diputados hincándole el diente de vez en cuando al culete de un diputado republicano.
La Guerra Hispano yanqui fue un complot publicitario montado entre La Casa Blanca, Youtube, los masones americanos, Guguel, La Wikipedia y Microsoft para hundir a España en un mar de natillas danone, pero no lo lograron. La gloriosa armada española de barcos de madera podrida con honra, con cañones napoleónicos y soldados más bestiajos que Jorge Arbusto en la Segunda Guerra Mundial evitaron la derrota salvando al Imperio Español del malvadísimo imperialismo yanqui.
En esos maravillosos años de cachondeo, amistad, peleillas en plan broma y tal, el presidente de España era… eso qué más da, basta decir que el presidente yanqui era Bill “MacMalo” Gates. Allí, él con su cuadrilla de ministros, todos en mangas de camisa, fumando puros habanos y bebiendo licor del bueno irlandés, montaron una de sus operaciones.
El plan era el siguiente: La armada estadounidense iría de visita a Cuba para fomentar la amistad entre culturas atrasadas y avanzadas, pero al llegar, el acorazado que mandarían se iría a pique al chocar con un buque esclavista español lleno de granadas de mano. La Wikipedia lo difundiría, como el Guguel y el Youtube por internet, y cuando estuviera todo USA, demócratas y comunistas incluidos clamando venganza, iría el ejército americano a impartir ley y orden con los marines y todas esas giliflautadas incomparables con La Legión.
En España, cuando pasó todo, se llegó a la conclusión de que había que… Echarle la culpa a otro, que cundiese el pánico y salir corriendo. Pero la sabia voz de un gilipollas dijo: O vais a Cuba a luchar u os quitó el brandy y los habanos, y más aún, el opio.
Se mandó a una poderosa armada de barquitos de papel, madera y algún que otro acorazado de latón al mando de Joe Cerveza a Cuba para que mostrara el orgullo español ante el infiel yanqui. El almirante Cerveza ya tenía la katana lista para hacerse el hara kiri cuando perdiera la batalla. Por desgracia, sus soldados no disponían de esas cuchillas japonesas y tendrían que tirarse por la borda con pesos atados a los pies.
Antes, sin embargo, trazó una estrategia para hundir el mayor número posible de barcos malos: que toda la marinería y los oficiales patosos y gordos con botines de cuero rezasen cada uno veinte padrenuestros y treinta aves maría antes de la batalla, que se cargaran de crack para el duro presidio que les esperaba si la CIA o los comandos seals los capturaban, y que trataran de adivinar el momento en el que Dios tenía fija su vista en Cuba para atacar.
El día de la batalla, Joe Cerveza fue a por todas y ganó al chocar dos acorazados americanos entre sí y volar por los aires ambos, así que Cerveza no tuvo nada que ver en la victoria. Bill “MacMalo” Gates murió de un ataque de locura al saber la noticia, y los masones del Youtube se lanzaron desde arriba del todo del Empire State.
Cerveza fue nombrado héroe general, aunque al final las Filipinas se independizaron gracias al dinero que sacaron de vender los famosos Filipinos (los blancos sobre todo) y al contar con la ayuda militar de Papúa Nueva Guinea y las islas Tonga y en Cuba hubo guerra hasta 1923, cuando Miguel “Primo” los mandó a tomar por saco y les concedió la libertad a cambio de no aliarse jamás con USA, cosa que han cumplido más a rajatabla que un moro con el Ramadán. No obstante, Puerto Rico siguió fiel a España gracias a la ayuda de la Real Academia Española, que no enseñó a leer a los puertorriqueños y así no supieron que se podían independizar.
Alfonso XIII nació el 13/13/13, mientras un espejo se rompía, un puñao de sal se caía al suelo, un tintero se derramaba y pasaba por ahí un gato negro. Según algunos historiadores (sí, esos alcohólicos dementes), Fonsi 13 era liberal y adelantado a su tiempo, amén de gran contador de chistes malos y con grandes cualidades para la pornografía, siendo estrella invitada en la película guarrilla "Garganta Profunda".
En su reinado, España asistió a humillaciones varias, tales como son la pérdida de destinos turísticos (Marina D'or entre ellos) y el desastre del Annual, que nadie sabe muy bien lo que es pero que queda genial nombrarlo en los exámenes. El pueblo, que se cabreaba por minucias como estas, montó grandes trifulcas por aquí y por allá, por lo que el gran general Primo de Rivera monta un golpe de estado que queda muy bonito en las páginas de la historia y el cual veremos más adelante. Con el fin de la Dictablanda de Primo, a Alfonsete le acusan de haber colaborado y le machacan a críticas, por lo que es exiliado a Italia donde moriría días después de interpetrar una peli junto a Rocco Siffredi que no tuvo mucho éxito en cartelera.
Las cosas estaban muy mal. La habíamos cagado en África y nos habíamos metido en la Guerra de Cuba para salir con una isla de menos, algo tan soso como es el pan se echaba en falta en las mesas de toda España, en el Mundial de Fúrbo nos habíamos quedado en cuartos y ni Andorra nos votaba en Eurovisión.
En las sombras está Primo de Rivera, capitán genaral de Cataluña. Durante la Guerra de Cuba había desarrollado un importante papel como portador del botijo y en los follones de Manila se encargaba de bajar a hacer la compra en el Mercadona del barrio. Un día, con los amigotes en el bar, hizo una apuesta con un colega que consistía en hacerse con el control de España leyendo un trozo de papel.
Así, el 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera se disfraza de payaso cuenta-cuentos y se mete en un colegio para leer un manifiesto a todos los allí presentes. Un chiquillo lo grabó todo con un "Siemens Maura" para difundirlo en la red. El manifiesto decía algunas tonterías, con algún párrafo humorístico y un par de chistes de Arévalo. A la gente le gustaba, y decían cosas como: "Peor que ahora no podemos estar". Por otro lado, los que estaban en el gobierno notaban que Alfonsín ya ni les llevaba al cine ni les regalaba nada por San Valentín por lo que, muertos de celos, deciden dejar el gobierno. Como no hay nadie para ocuparlo, el amor de Primo ocupa ese lugar en el corazón de Alfonso (ah, y en la Historia de España).
En cuanto ascendió al poder se encargó de renovar la vestimenta reglamentaria de todo Dios. Nadie se libraba. Hasta las dependientas del Burger King llevaban el traje de militar. El problema marroquí se solucionó poniendo a los gabachos en África para que ellos solucionasen el problema. Aun así, como los franchutes son un desastre, en 1925 las tropas españolas (con la cabra de la Legión incluida) desembarcan en Alhucemas y ponen fin al rollo. Con Cataluña no se pudo hacer nada, ya que los anarquistas de la CNT amenazaron con emitir sardanas-revindicativas por la radio y la tele todo el día.
Con el tiempo, el régimen dictablandal de Pardillo de Rivera consigue éxito debido a las gloriosas campañas en África. Por ello deja en el directorio a civiles modernos de la época como el afamado político de extrema izquierda José Calvo Sotelo. Primo quería ver crecer a España (como Rajoy a su niña), queriendo ser el Gallardón de principios de siglo. Intentó construir un AVE que pasara por los albaceteños puelos de Las Pedroñeras y San Clemente sin mucho éxito. Gracias a los nuevos cambios, Primo fue pionero en la inauguración de pantanos (mucho antes que el Caudillo), haciendo realidad su sueño de pseudo-constructor. Pese a su felicidad, muchos señorotes no estaban contentos, por lo cual se creó la Asamblea Nacional. Con el tiempo la Asamblea fue lugar de reunión con los amigos para tomar unas copas de ron o traerse a las prespitutas, por lo que cayó en el olvido al poco tiempo.
Con el tiempo, muchos españoles se pusieron en contra del régimen de Primo y montaron algunas manifas. Ni siquiera los militares querían seguir limpiando el suelo del cuartelillo con cepillos de dientes, así que querían acabar con esto. Artistas de la talla de Valle-Inclán, Ortega y Gasset o Melendi fueron silenciados por el régimen, por lo que los culturetas ya dejaron de apoyar a Primo. Por estas y más causas, Primo se exilia a París donde al poco moriría de diabetes provocada por una gran sobredosis de Nocilla.
«¿Qué piensan ustedes de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano?»
~ El almirante Aznar acerca de los ligoteos de los españoles.
Como decíamos antes, Primo se exilia a La France. Un tal Aznar (bisabuelo por parte de padre del expresi) y el señor Romanones (el de los cojones) se hacen con el gobierno mientras Fonsi XIII manda desde arriba, poniendo las elecciones por abril del año 1931. Pese a que Romanones se puso a comprar muchos votos, los republicanos se encuentran otra vez en el poder.
El 9 de diciembre de 1931 se aprueba la Constitución Española, en la que se incluían artículos tales en los que se les daba permiso a la gente de apié para robar Rolls-Royces y caviar iraní, quemar iglesias, ahorcar monaguillos, comer bebés recién bautizados y beber vino de misa en cálices sagrados. También cambian la bandera añadiéndole un toque de mariconería e introducirían cambios en el ejército, cambiando a los soldados por trasgos y orcos devoradores de curas.
En 1935, el famoso croupier de blackjack en el Casino Indio Manuel Guadaña se hace con el puesto de presidente de la República gracias a un premio obtenido al completar su revista de sudokus. Poco cambiaron las cosas con él, ya que pese a tener ideas pseudo-derechistas y haberse leído la edición del coleccionista del Mein Kampf unas seis veces, le atraía la idea de desvirgar monjitas y poner bombas en las procesiones de Semana Santa. Por suerte, un puñado de personas se percató por ahí abajo que esto no podía seguir así. Eran los "Salvadores de la Patria", un comando de veteranos militares de la Guerra de Vietnam que lo darían todo por salvar España.
Artículo principal: Guerra Civil Española
«¡No pasarán!»
~ La Pasionaria sobre el alzamiento fachónico.
«¡Hemos pasau!»
~ Francisco Frasco owneando a cualquier rojete.
Pues como íbamos diciendo, por España las cosas andaban muy, muy, pero que muy mal. Un ejército de ateos se abalanzaban a todo símbolo de pureza y cristiandad. Pero un grupete de amigos estaba convencido de poder salvar la cosa; se solían localizar en el bar de viejos de la esquina (llamados popularmente "ateneos" para quedar finos) donde gritaban a la vez que decían lo que pensaban, en el alcantarillado de varias ciudades y en el mismísimo Marruecos, donde vigilaban que ningún morito se escapase en patera hacia Tenerife.
Esta gente esperaba un detonante para que empezase una gran movidilla para convertir a la desmembrada y destruida España en una carísmatica y cañí Espiña. Un buen día, a un satánico demonio del ejército de ateos de la República (Séptimo Batallón de Infanteria Infernal para ser exactos) se le dispara el rifle en la nuca de José Calvo Sotelo, un honrado ex ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo que trabajaba actualmente en un negocio de compra-venta de cintas VHS. Éste y otros más fueron los "Casus Belli" que los fachillas estaban esperando.
Así pues, varios puñados de personas se alzan en contra de la república. Los jefones del alzamiento son el cartero Emilio Mola Mazo, el general-cantaor Joselito Sanjurjillo (que moriría al intentar bailar una muñeira a bordo de un avión portugués) y un jovencísimo (algunos historiadores afirman que aún no había nacido) generalísmo Francisco Frasco, que se dedicaba a mandar recados a los moros que estaban bajo sus órdenes en el norte de África.
Y es que los golpistas están imparables, oigan: gracias al amiguete Hitler y al coleguilla Benito Tortellini (todo hay que decirlo) se hacen con Burgos, Huelva, Zebilla, Talavera de la Ruina, San Sebastián y un largo etcétera de ciudades. Por un lado mueren Portaventura Durruti y por otra el kale-borroka José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictablandista. Pese a que los rebeldes sin causa tienen alianzas con Italia y el Tercer Reich, los republicanos se alían militarmente con sus antiguos amiguetes de la Rusia soviética y del Reino Hundido mandando a legiones enteras de proto-guiris defensores del aborto y todo eso. Los nacionales se hacen con España poco a poco, obteniendo grandes triunfos como en la batalla del Ebro (en la cual Paquito Frasco se permitió el lujo de inaugurar uno de sus pantanísimos) hasta llegar a Barcelona, donde se encuentran con un ejército republicano desorganizado debido, en mayor parte, a los enfrnetamientos entre soldados culés y periquitos. Así pues caen las últimas ciudades rojillas y el 1 de abril de 1939, Franco se dirigió al mundo para decir: "¡Hemos Pasao!"
Aunque a él le hubiera gustado conquistar la Península Ibérica por completo, Franco tuvo que conformarse con España. Nada más llegar al poder renombró a la nación con el nombre de Espiña, cambió la bandera republicana por la nacional (que incluiría al principio una piña entre dos franjas rojas, pero posteriormente se le puso una gallina) y se apropió con el Brazo Incorrupto de Santa Teresa, el cual compró por eBay.
También suprimió la tontería esa de los sindicatos, dejó a un solo partido político (la Falange Espiñola de las JONS) el cual se dedicaba en cuerpo y alma en cantar el Cara al Sol mientras recolectaban productos horto-fructícolas.
Ojo, no todo fue bueno en la nueva España. Se había pasado una guerra casi sin bajas, donde todo era feliz y volvía a reurgir (o algo así). Pero claro, nadie está contento ni siquiera cuando todo es perfecto y lanzan muchas quejas en contra del nuevo régimen, y esas cosas son las que dan mala imagen de un país indivisible y unido con superglue. Frasco, Caudillo de Espiña por la gracia de Dios y nueva cara en todas las monedas de peseta, tomó medidas un tanto drásticas como la construcción de numerosos paredones, una especie de pabellones para albergar el nuevo deporte nacional: el fusilamiento.
Para solucionar la falta de empleo, perdonó a muchos republicanos sus pasadas tendencias satánico-homicidas y les ofreción un puesto de trabajo en el primer complejo residencial, con golf-resort y piscina olímpica incluida: El Valle de los Caídos.
Pero no todo su tiempo lo dedicó a su queridísima Espiña, sino que también recompensó a sus antiguos aliados de batallitas, en especial a Adulf Jítla, mandando de vacaciones a otros tantos de espiñolísimos (conocidos cómo División Azul por el color de sus bermudas) a veranear en las apacibles tierras rusas de los años 40 como Leningrado, Stalingrado, etc. A este movimiento turístico se le llamó Operación Barbarroja.
Franquito pierde un brazo en una de sus azarosas, pero a la vez gloriosas, pescas con dinamita en el río Guadiana. Este acontecimiento hace que le tengan que poner en el lugar de su ya putrefacto brazo el Brazo Incorrupto de Santa Teresa, una reliquia de oro de las minas de Uzbekistán y rubíes engarzados procedentes de los colgantes de su mujer (apodada "La Collares" por ser el instrumento con el que le gustaba ahorcar a los rojos). Tras la operación, la mano empezó a hablar al Caudillín dándole consejos sobre con que países aliarse, que infraestructuras inaugurar, etc. Frasco hizo caso de los consejos del sabio Brazo y el resultado no se hizo esperar: la alianza potencial con los Estados Unidos de América hizo posible la instalación de bases de investigación alienígena (como la de Rota, por ejemplo) que hizo que el petróleo nos saliese gratis hasta la guerra de Yom Kippur o la inauguración de un total de 328 pantanos.
Los ciudadanos espiñoles empezaron a comprar esos coches llamados Seat 600, con torreta modelo Panzer integrada para los más "defensores de la patria". Había (como no) televisión, la cual se encargaba de difundir documentales como el "NO-DO" (algo así como el Informe Semanal actual pero en blanco y negro) y anuncios de Aceitunas La Española, de cigarrillos o coñacs rancios y todas esas cosas que han sido temas recursivos en pasadas temporadas de Cuéntame cómo pasó.
Como siempre, hay quienes tienen que venir a chafarlo todo. En poco tiempo, un grupúsculo de ácratas universitarios de ideología masónica con barbita y melena incluida lo intentan todo, pero nadie puede con Súper Franco y su ejército al se le conoció como grises. Las luchas fueron encarnizadas, pero se consiguió meter a los "rompespañas" en la cárcel.
En 1973 tiene lugar una alianza entre la Al-Qaeda, "Hagua Solán de Cabras" y el Ejército Republicano Catalán para derrocar al Membrillísmo para convertir españa en un parking rociándolo todo previamente de hormigón. La alianza era liderada por el mariscal de campo Josep Lluís Carod-Rovira. Entre los primeros actos de la "Alianza del Mal" destaca el asesinato de Don Carrero Blanco, metiéndole unas gotitas de Red Bull en la petaca de coñac. Y así siguieron, y mediante una serie de tejemanejes consiguió manipular la mente de el maestro Jordi Puyol, más conocido como Yoda.
Estos entraron en un combate arbitrado por el mismísimo José Luis Torrente el 20 de noviembre de 1975, el cual lo ganó Yoda. Los restos de Frasco fueron convertidos en una estatua ecuestre con doscientos kilos de explosivos en las patas de el caballo (para evitar ser retirada por el ayuntamiento). Para el entierro de El Paquísimo se apañaron con un maniquí de principios de siglo al que le habían echado salfumán para desteñirlo y lo vistieron con su traje para ir de picnic.
Carlitos Arias Navarro (sí, el de Toni Tejero para fundar Alianza Popular, la cual se reunía los jueves por la tarde en el almacén de una panadería para planear un golpe de estado.
El sucesor del ex-dictador fue, a su vez, su joven padawan: Magneto I de Borbón descendiente por parte de ladilla de Alfonso XIII. Este quiso seguir con el régimen dictatorial de que don Garbancín había mantenido otros 40 añacos más (se dice pronto), aunque debido a la presión de los políticos (entre ellos Josef Stalin, presidente del Congreso de los Disputados) tuvo que iniciar un proceso democrático que bla, bla, bla...
Y así, como quien no quiere la cosa, llegan los ochenta: una década en la que todo es posible. La dictadura había tocado fondo y ahora era el turno de un mundo de diversión: música innovadora, la heroína, los punkis, cambios en la política mundial, el SIDA, Los Cazafantasmas, el jebi melenero, etc...
Aquí en España, tomamos mal ejemplo del resto del mundo y todo fue a peor: "la barbacoa" de Georgie Dann triunfa en "el chiringuito", yonkis por doquier pululando por las Ramblas de Barcelona, Felipe González presidente, la fiebre del aceite de colza, Esteso y Pajares poblaban las carteleras y los jebis hispánicos siguen tocando con cincuenta tacos a sus espaldas, barrigones fofos y calvas disimuladas.
También hay que tener en cuenta el boom de la movida madrileña, en la cual grupetes como Radio Futurama, Canadá Alaska y los Pegamoides o Gabinete Cagalera iban por ahí exhibiendo su música ñoña plagada de mensajes satánicos subliminales ocultos en sus canciones.
El coronelete Tejero también metió caña por su parte con el golpe de estado, una fiesta celebrada en el Congreso de los Diputados con objetivo de dominar el mundo por completo. Por azares del destino, el golpe de estado (conocido como 23-F) fracasó cuando Don Juancar le pegó una bofetá en la nuca al coronel golpista y los tanques se quedaron sin gasofa.
Para colmo, aquí teníamos el Mundial 82 patrocinado por Naranjito, esa naranja transgénica. Debido a que hubo tongo por parte de la O.N.G. ETA, perdimos los mundiales en un pispas.
¡¡Y llegan los noventa!! Sin duda una de las pocas épocas que fueron tomadas como un accidente. Aquí en España, a los noventa se le llamó "El segundo Renacimiento" debido a las importantes aportaciones a la cultura que sufrió nuestra querida España: los Pokémon, el lenguaje SMS, el virus informático I love you (¿alguien se acuerda?) y los últimos latigazos de la dictadura felipista.
No hubo nada mejor para entrar en esta nueva década que unos Juegos Olímpicos, ¡y además celebrados en Barcelona! Un grupo terrorista comandado por el perro narcotraficante Cobi intentó volar España con goma 2, pero no lo consiguieron porque unos guiris borrachos se mearon en los explosivos. Tiene también lugar en ese mismo año la Expo Universal de Sevilla, patrocinada por el pedófil Curro.
Hablando de catástrofes, tiene lugar la Ruta del Bakalao o Ruta Destroyer, donde miles de gambiteros hasta el culo de pastillitas se van por ahí a escuchar a Chimo Bayo mientras se ponen hasta el ojete de rulas.
Junto con el fenómeno Carlos Jesús y el Crónicas Marcianas llega a España José Mari iniciándose en ese mismo año la Edad Dorada del Humor en nuestra tierra. José Adolf-María Aznar dominó España de 1996 al 2000, y como se manipulaban los votos tan bien lo hizo tan bien fue reelegido, ya con el puesto de Führer, en el 2000.
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